Conocemos por el nombre popular de Papa hausa a una planta perenne y aromática, de consistencia herbácea y sistema radicular tuberoso, originaria del África tropical, registrada científicamente como Plectranthus rotundifolius, o Solenostemon rotundifolius, que forma parte de la familia Lamiaceae. El consumo de sus tubérculos subterráneos comestibles data de siglos pero no hace mucho que se ha comenzado a cultivar, sobre todo en Asia.
Son muy similares a las verdaderas papas o patatas, sólo que más pequeños. Admiten las mismas formas de cocción pero su sabor es más dulce y en eso se parecen más a las batatas. Esta especie crece mejor en zonas donde las temperaturas diurnas están entre los diecisiete y los veintisiete grados, pero puede tolerar de ocho a treinta y seis grados, aunque el desarrollo será menor; también influye el que las lluvias estén regularmente distribuidas a lo largo del año pues si son excesivas los tubérculos emiten brotes y al consumidor se le dificulta pelarlos luego.
Los tallos suelen ser tanto erectos como decumbentes y miden de treinta a sesenta centímetros de largo. Posee hojas verdes cortamente pecioladas, ovales y opuestas, con el borde dentado o crenado y la nerviación muy marcada. Sus flores hermafroditas, pentámeras y pediceladas, con la corola celeste o azul pálido, miden de uno y medio a dos centímetros y se disponen en verticilastros que van disminuyendo su tamaño hasta llegar a lo alto del tallo floral. El labio inferior es de mayor longitud y el cáliz, que es persistente, permanece adherido al fruto.
Necesita ubicaciones con mucho sol y suelos con buen drenaje. Demanda entre cinco y siete meses el sembrar y poder proceder a la cosecha de los tubérculos; obteniéndose de siete a quince toneladas por hectárea. Se descomponen rápidamente y por ello son difíciles de almacenar; generalmente se los coloca en la tierra, bajo un árbol, para que permanezcan más frescos; su sabor dura así unos dos meses, pasado ese tiempo ya no se los considera apetecibles.