La conocida vulgarmente como Campanilla de invierno, que responde al nombre científico de Galanthus nivalis, es una planta bulbosa, herbácea y perenne, miembro de  la familia Amaryllidaceae, originaria de Europa y el oeste asiático. De pequeño porte rara vez supera los treinta centímetros de alto y se la emplea como ornamental en parques y jardines.

Posee un tallo subterráneo en forma de bulbo redondeado de alrededor de dos centímetros y medio de diámetro; de él surgen dos hojas alargadas, casi lineares, de consistencia carnosa y con el vértice redondeado.

Da hermosas flores blancas, acampanadas y  pendulares, que aparecen en invierno en lo alto de los tallos florales sostenidas por esbeltos pedúnculos, teniendo como característica una mancha de color verde claro en el ápice de sus seis tépalos, lo cual les da una apariencia muy llamativa, sobre todo cuando el entorno se halla cubierto de nieve. Los frutos son cápsulas tricarpelares dehiscentes que contienen diminutas semillas blancas provistas de un apéndice carnoso (eleosoma) muy atractivo para las hormigas que son quienes las diseminan.

Se la reproduce mediante bulbos obtenidos apenas terminada la época de floración, éstos no pueden ser almacenados por lo que se los debe trasplantar inmediatamente de ser extraídos de la tierra para evitar daños en sus raíces. Prefiere ubicaciones parcialmente sombreadas, frescas y con bastante humedad ambiente, similares a la de su hábitat natural que son los bosques. Necesita suelos sueltos y con buen drenaje.

Hay numerosas variedades obtenidas mediante cultivo; una de ellas, la Galanthus nivalis “Sandersii”, se caracteriza por su cáliz de color amarillo y la ausencia de  manchas verdes en los tépalos. Las variedades con flores  dobles son las más buscadas, como la Galanthus nivalis pleniflorus. También en estado silvestre suelen encontrarse diferentes variaciones entre distintos grupos, aún cercanos geográficamente, de estas delicadas campanillas invernales.