El Algodoncillo

Recibe el nombre popular de Algondoncillo la denominada científicamente Asclepias incarnata, una planta herbácea perenne, originaria de América del Norte, que forma parte de la familia Apocynaceae. Suele medir entre un metro y un metro y medio de alto por unos cuarenta o sesenta centímetros de diámetro.

Se la emplea como ornamental en los jardines por la belleza de sus flores que atraen muchas mariposas que se alimentan del néctar y depositan allí sus huevos que se transformarán en orugas; aunque a su vez la planta repele a otros insectos y animales herbívoros. Cuenta con una profunda raíz pivotante  blanca y carnosa que una vez establecida es muy resistente. La parte aérea la forman tallos erectos muy ramificados que exudan un látex tóxico al cortarlos. Posee hojas verdes lanceoladas que miden de ocho a quince centímetros de largo y se distribuyen de manera opuesta.

Florece durante el verano. Da pequeñas flores perfumadas, con cinco pétalos de colores que van del rosa claro al púrpura, reunidas en inflorescencias terminales de tipo umbela, las que se utilizan como flor de corte gracias a su prolongada duración. Tras la polinización se forma un fruto o vaina verde, que se torna marrón y dehiscente al madurar, de alrededor de doce centímetros de longitud; la misma contiene numerosas semillas oscuras y planas unidas a sedosos y alargados filamentos blancos (de los que toma el nombre popular) que les permiten ser dispersadas por el viento.

Dentro de su hábitat natural la encontramos en terrenos húmedos y hasta anegadizos, dado que sus raíces están adaptadas para ello, por lo que se la debe regar de mediana a abundantemente. Prefiere ubicaciones a pleno sol y no demanda mucho mantenimiento.

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