La Lisianthus

La planta comúnmente conocida como Lisianthus se denomina científicamente Eustoma grandiflorum, pertenece a la familia Gentianaceae y es originaria de América del Norte. Está acostumbrada a condiciones de escasa humedad y temperaturas extremas por las características de su hábitat natural, pero no le agrada el desierto dado que prefiere los márgenes de ríos y arroyos donde nunca le falta el agua, aunque estando bajo cultivo no hay que proporcionársela en demasía tampoco. Suele llegar al medio metro de alto.

En la actualidad se la está empleando cada vez más como flor de corte. Hay variedades de distintos colores con flores (de pétalos aterciopelados, suave aroma y entre seis y nueve centímetros de diámetro) simples, dobles y hasta cuádruples, que se fueron consiguiendo mediante hibridaciones. El cáliz está formado por sépalos verdosos angostos, casi lineales. Tiene hojas verdes y ovales que miden de unos ocho o diez centímetros de longitud. Las semillas son muy pequeñas y poco propensas a germinar, por lo que hay que colocarlas sobre el sustrato sin cubrirlas ya que necesitan recibir abundante luz para que comience el proceso; se las presiona apenas y así se mantienen con la humedad que reciben por debajo.

Lo ideal es cultivarla en invernadero para protegerla del viento, las lluvias fuertes y los cambios repentinos de temperatura, es bueno mantenerla entre los quince y los veintisiete grados centígrados y esterilizar el sustrato antes de sembrar. Dejando unos doce o quince centímetros entre ellas obtendremos unas setenta o cincuenta por metro cuadrado. A los tres meses comienzan a florecer. Se establece un mínimo de dos flores por planta para proceder a la cosecharla. Si se pinzan los ápices de los tallos principales dará otros secundarios y obtendremos más flores, pero ello dependerá de si buscamos calidad o cantidad.

El único peligro durante su desarrollo temprano es que se produzca el arrosetamiento de las hojas en la base, debido a stress hídrico o térmico, entonces el tallo no se estilizará; una vez que las plántulas muestren una altura de entre quince y veinte centímetros ya se pueden trasplantar y esto se realiza durante todo el año. El suelo definitivo (suelto y aireado para evitar los hongos) podría contener en partes iguales humus, arena y materia orgánica, dado que necesita nitrógeno, potasio y calcio (con algo de manganeso y hierro) para crecer lozana.

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