El Kanuka, o Árbol de Té blanco, que responde al nombre científico de Kunzea ericoides, forma parte de la familia Myrtaceae y es una especie endémica de Nueva Zelanda, donde se desarrolla desde el nivel del mar hasta los dos mil metros de altitud. Puede llegar a medir diez metros de alto con un tronco de hasta un metro de diámetro. Se lo emplea como ornamental en los jardines por su exuberante floración, para recuperar tierras agotadas por los cultivos intensivos, para repoblar rápidamente zonas que sufrieron incendios y también provee buena leña de alto poder calórico.
Sus tallos son pubescentes. Las hojas poseen forma de elíptica a oval-lanceolada, pecioladas y acuminadas en el vértice, miden alrededor de siete centímetros de largo por dos y medio de ancho; despiden un agradable olor al ser estrujadas; con ellas se prepara un aceite esencial muy útil para afecciones de la piel causadas por hongos y bacterias, empleado también en aromaterapia. Sus pequeñas flores blancas se reúnen en racimos axilares; el ovario posee de tres a cinco lóculos, los sépalos son triangulares, los pétalos redondeados y cuentan con entre uno y cuatro estambres. Los frutos son dehiscentes.
Las aves que los visitan se frotan con sus hojas y corteza el plumaje y así eliminan los parásitos que puedan tener. Comúnmente se lo confunde con el Manuka, árbol de apariencia similar, pero la diferencia está en las hojas puesto que las del primero son filosas mientras que las del Kanuka son suaves al tacto. En Australia está el Burgan, que también se le parece, pero su porte es arbustivo y rara vez supera los cinco metros de altura. Una especie de crecimiento postrado, la Kunzea ericoides variedad microflora, crece en zonas geotermales de Nueva Zelanda cubiertas de cráteres y fumarolas.