La Ajuga, o Búgula, que responde al nombre científico de Ajuga reptans variedad atropurpúrea, es una planta fanerógama, herbácea y perenne que pertenece a la familia de las lamiáceas (Lamiaceae) y es originaria del este de Europa. Presenta estolones mediante los cuales se arraiga a la tierra y se expande, siendo un excelente tapizante para los jardines, propagándose con facilidad; es muy resistente y se adapta a todo tipo de suelos, aunque prefiere los húmedos, por ello es que en épocas de alta temperatura hay que regarlas con mayor frecuencia.
Sus hojas basales, de ovales a redondeadas, nacen formando una roseta; las superiores son glabras, oblongas o espatuladas, pueden llegar a los diez centímetros de longitud y presentan un tono púrpura que se acentúa más en los bordes, tienen nervaduras muy marcadas y se ubican enfrentadas en los tallos; ambas presentan sus bordes ligeramente festoneados.
Las flores se reúnen en inflorescencias tipo espiga que varían su largo entre diez y quince centímetros. Poseen brácteas coloreadas de violáceo y flores de corola bilabiada azul-celestes; en la variedad “alba” son blancas. Los frutos son secos e indehiscentes, características correspondientes a las tetranúculas, que proceden de ovarios bicarpelares que al madurar forman cuatro unidades, o núculas, monoseminadas.
Dentro de la medicina no tradicional se le atribuyen propiedades antireumáticas, vulnerarias, antihemorroidales, diuréticas, colagogas, febrífugas, tónicas y astringentes, empleada externamente se dice que ayuda a cicatrizar las heridas. Suelen atacarla los pulgones y cuando la planta es aún joven, y por ende más tierna, también se ensañan con ella los caracoles y las babosas, para los primeros se recomienda el pulverizado sobre las hojas con agua jabonosa y para los segundos sal gruesa formando un cerco alrededor para que no se arrimen, o bien mueran al intentar traspasarlo.