La Añañuca, que responde al nombre científico de Rhodophiala rhodolirion, es una planta bulbosa perenne de consistencia herbácea, originaria de América del Sur, que forma parte de la familia Amaryllidaceae. Su hábitat natural se halla a grandes altitudes en la Cordillera de Los Andes, entre los mil quinientos y los dos mil metros o más.
Actualmente se la emplea como ornamental en los jardines por la belleza de sus flores. Es muy resistente al frío e incluso hasta soporta nevadas con éxito, pero no así la sequía; necesita ubicaciones a pleno sol y bastante humedad ambiente.
Se la reproduce mediante semillas o a través de sus bulbos tunicados; las hojas verdes simples, paralelinervadas, con márgenes enteros, largas y acintadas, surgen directamente de estos últimos, del centro de ellas emergen en la primavera y el verano fuertes tallos florales provistos de brácteas en el ápice.
Ellas protegen flores hermafroditas actinomórficas (es decir de simetría radial), terminales y solitarias, que tienen seis tépalos blancos o rosados, de forma lanceolada y algo recurvados hacia atrás, con líneas más oscuras que los recorren longitudinalmente; divididos en dos verticilos, quedando así tres interiores y tres exteriores, alternados, dispuestos a modo de estrella. Poseen además seis estambres (soldados en la base de los tépalos) con filamentos blancos gruesos y anteras con polen amarillo dorado. El ovario es tricarpelar y el fruto que produce es una cápsula indehiscente. Las oscuras semillas guardan en su endosperma aceites y no almidón.
Otra variedad, la Rhodophiala phycelloides, da hermosas flores completamente rojas, también terminales pero reunidas en grupos, o pseudoumbelas, de más ejemplares.