El Salak

Se conoce por el nombre científico de Salacca zalacca, a una palmera perenne miembro de la familia Arecaceae originaria de las islas del sudeste asiático. Su fruto, conocido como Salak (que significa “serpiente” en el idioma hablado en Java, haciendo alusión a la similitud de sus pieles), aporta a nuestra dieta grasas, proteínas, vitamina C y una larga lista de  minerales, siendo muy beneficioso para la salud.

Esta singular palmera posee un tallo muy corto y de él surgen las largas hojas, de hasta dos metros de longitud, sostenidas por gruesos pecíolos provistos de grandes y aguzadas espinas. Y es debido justamente a estas últimas que no se realiza su cultivo a gran escala, por lo difícil que resulta llevar a cabo la recolección; afortunadamente se encontró no hace mucho una variedad en Bali que carece de ellas y los agricultores la han ido adoptando.

Siete meses después de la floración surgen los frutos, que son drupas de forma oval con unos ocho centímetros de largo, que nacen arracimadas cerca de la base; tienen la pulpa blanco-amarillenta (de sabor similar al de las piñas) y la cáscara es escamosa, áspera al tacto y de color rojo-amarronado.

La propagación se efectúa tanto por semillas como vegetativamente; las primeras se siembran en invernadero y allí se las tiene a resguardo hasta que las plántulas alcanzan el tamaño y la fortaleza necesarios para salir adelante; pero es más común subdividir las plantas madres puesto que así no hay que esperar dos o tres años para obtener la primera fructificación.

Dentro de sus propiedades benéficas, consumiéndolo fresco, se asegura que el Salak es bueno para la piel, incrementa la visión (contiene beta caroteno al igual que las zanahorias), la memoria y logra disminuir el colesterol. La decocción de sus hojas, adicionada con miel, se dice que calma las molestias provocadas por las hemorroides y, además, es digestiva.

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